viernes, 26 de diciembre de 2014

LOS RECUERDOS TRAUMÁTICOS


TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO



Los síntomas que caracterizan el TEPT  (trastorno 
por  estrés postráumatico) son  revivir el suceso traumático así como elementos aterradores de él, evitación de ideas, memorias, personas y lugares asociados con dicho suceso, alteraciones emocionales y síntomas de hipervigilancia. Acompañado a menudo por otros trastornos psicológicos, el TEPT es una alteración compleja que puede asociarse a morbilidad significativa, incapacidad y deterioro de las funciones vitales.

Se han hecho investigaciones anatómicofisiológicas y neurobiológicas con respecto al TEPT, en las que se han encontrado  alteraciones en áreas subcorticales, que a su vez, interfieren en el funcionamiento del lóbulo prefrontal y las funciones ejecutivas. Se observa una deficiencia para interpretar la información de factores emocionales y sensoriales del trauma, así como alteraciones en el procesamiento de la información; lo que da como resultado respuestas desadaptativas ante el recuerdo del suceso traumático.

La terapia EMDR (Desensibilización por medio de Movimiento Ocular) fue la primera de un grupo de terapias en las que el objetivo es la integración, de manera rápida y eficaz, de los recuerdos traumáticos; a través de reprocesar  pensamientos, sentimientos y sensaciones físicas por medio de movimiento ocular, lo que permite un procesamiento acelerado de esta información. En los últimos años diversos estudios anatómico-fisiológicos  han demostrado los mecanismos cerebrales que se ven implicados en EMDR  y en el  TEPT. Algunos  modelos sugieren que los mecanismos neurales que intervienen en la terapia EMDR se observan en la disminución de la respuesta afectiva de los circuitos del sistema límbico,  activación del sistema REM del sueño, restablecimiento de las funciones asociadas a los lóbulos prefrontales en la capacidad de abstracción, planeación, flexibilidad conceptual y autocontrol, además con el funcionamiento social y laboral en pacientes que presentan TEPT. 

El trastorno por estrés postraumático ha sido relacionado con alteraciones del Sistema Nervioso Central (SNC), por lo que se han realizado múltiples estudios con el fin de demostrar si este padecimiento afecta a diversas estructuras cerebrales, principalmente en tres áreas: la amígdala, la corteza 
prefrontal medial y el hipocampo.

AMÍGDALA 


La amígdala es fundamental para la regulación emocional asociada con la experiencia estresante o traumática, tiene un papel sustancial en el procesamiento de la memoria emocional, particularmente para otorgar una carga afectiva a los sucesos. El núcleo central de la amígdala proyecta hacia una diversidad de estructuras cerebrales. 

Se ha demostrado que la amígdala incluye las respuestas condicionadas al miedo, afectando, así, a las respuestas de estrés. La función reguladora de la amígdala incluye la interacción de múltiples sistemas de neurotransmisión, como receptores opioides, gabaérgicos y neuropéptido Y; los cuales están implicados en las respuestas de estrés cuando es excesivo o anormal.  Su núcleo vasolateral tiene la función reguladora más importante en la patologías por estrés, a partir del cual se generan las múltiples señales en el sistema nervioso central necesarias para producir una respuesta adaptativa al estrés agudo, las mismas que se condicionan de manera desfavorable cuando el estrés ha sido muy grave en magnitud o excesivamente prolongado en tiempo

HIPOCAMPO


El hipocampo se encarga del procesamiento de la información acerca del ambiente así  como del contexto en el que se da el estímulo para asociarlo con la experiencia almacenada. Al ser sometido a estrés prolongado, el volumen hipocampal disminuye  y se presentan alteraciones neuroendocrinas  que están relacionadas con el cortisol, los estrógenos, los andrógenos y la función ovárica. Las alteraciones estructurales del hipocampo son visibles cuando el estrés se prolonga por más de doce semanas. Los déficit en la función hipocampal generan una pobre discriminación ambiental de los estímulos y con la respuesta exagerada de miedo ante cualquier estímulo pasajero.

CORTEZA PREFRONTAL MEDIAL


La corteza prefrontal medial se encarga de mediar las respuestas entre el hipocampo y la amígdala, es decir, actúa como una estructura cortical que modula la reacción ante el estímulo. La función de la corteza prefrontal es indispensable para este control y la extinción de respuestas condicionadas previamente por experiencias pasadas. Se ha observado en estudiosfuncionales que ambas estructuras, tanto la amígdala como la corteza prefrontal medial, se modulan una a otra de forma sinérgica, ante los estímulos sensoriales. En pacientes con trastorno por estrés postraumático (TEPT) se pierde esta modulación y se produce un desequilibrio de funciones, que los llevan a respuestas exageradas de horror y miedo como uno de los síntomas de este trastorno.

INTERACCION AMÍGDALA-HIPOCAMPO-CORTEZA PREFRONTAL MEDIAL


En pacientes con trastorno por estrés postraumático (TEPT), las memorias de los acontecimientos que les producen una marcada ansiedad llevan un componente afectivo y cognitivo. El primero está relacionado con la función de la amígdala, la cual es capaz de retener en la memoria la cascada de eventos fisiológicos y de comportamiento que se expresan ante un estímulo. En tanto el hipocampo se encarga del componente cognitivo, que consiste en grabar en la memoria las características del ambiente en el cual se desarrollan los hechos y la ubicación exacta del estímulo desencadenante de la respuesta. Así, en circunstancias normales, la integración de ambos componentes es viable y cumple una función adaptativa. Un aspecto de la experiencia lleva a recordar toda la experiencia en sí misma y ayuda a reconocer y a evitar el peligro, así como reaccionar a éste como es debido. Cuando estos estímulos sobrepasan los umbrales, o se asocia con ellos un componente afectivo de experiencia extrema, llevan a condicionamientos con características desadaptativas. Por esta razón el TEPT está relacionado con procesos de memoria de procedimiento y declarativa durante la codificación de un evento traumático.


Alaide Miranda Gómez

http://www.suigenerisfapsi.com/revista/17vo_Final.pdf#page=15
Ilustraciones: sean serafini

CUANDO EL AMOR ES PECADO


LAS RAÍCES IDEOLÓGICAS DE LA HOMOFOBIA ECLESIAL

Uno de los retos más urgentes en la agenda de la Iglesia católica es la revisión integral de la ética relativa a la sexualidad y la reproducción. Durante siglos, la Iglesia católica ha venido codificando y difundiendo entre sus fieles un conjunto de prácticas y discursos —normas, doctrinas, preceptos religiosos y morales, entre otras disposiciones— que funcionan como instrumentos de regulación de las diversas actividades humanas. En lo relativo al campo de la sexualidad, este conjunto de dispositivos de control ha configurado una estructura mental rígida basada en un uso represivo del cuerpo y la condena de todas aquellas prácticas sexuales cuya finalidad no sea la reproducción.
La segregación sexual y el prejuicio antihomosexual impregnan todo el proceso formativo de seminaristas diocesanos, novicias, monjas y sacerdotes en el seno de una organización que funciona a la manera de lo que Michel Foucault (1992) llamó «institución total» o de secuestro. Se trata de instituciones sociales que controlan y administran formalmente la dimensión temporal de los internos, estableciendo, al mismo tiempo, un régimen disciplinario: un conjunto de técnicas y métodos de vigilancia y control sobre los movimientos del cuerpo. A éste se lo adiestra, se le imponen reglas, restricciones y obligaciones.
Aunque dentro del pensamiento cristiano existen diferentes posiciones ante el cuerpo y la homosexualidad, el magisterio eclesiástico se inscribe en la línea más dura y represora. La asunción en conciencia del discurso oficial de la Iglesia católica puede provocar en religiosos y creyentes laicos una doble situación. Por un lado, sacerdotes, diáconos, monjas, seminaristas y otras personas que desempeñan funciones en la Iglesia experimentan muy a menudo una situación de hipocresía sexual capaz de provocar serios desequilibrios emocionales. Todo un sufrimiento personal que se traduce en sentimientos de inseguridad, culpabilidad y angustia, además de la dificultad para establecer relaciones normalizadas con personas de otro o el mismo sexo. Algunos, especialmente quienes han hecho voto de castidad, incapaces de soportar la soledad y soltería forzada que impone la institución, acaban comiendo de la fruta prohibida y se ven obligados a llevar una doble vida o abandonar la Iglesia.
Además, las reglas establecidas por la Iglesia oficial inducen al personal eclesiástico y a los laicos creyentes a desarrollar lo que el psiquiatra Francis M. Mondimore (1998: 196) llama homofobia internalizada, el prejuicio adquirido contra los homosexuales fuertemente naturalizado y reproducido cotidianamente a través de actitudes, discursos y prácticas. Todavía hoy los documentos oficiales más recientes siguen considerando la homosexualidad como un desorden objetivo y las personas homosexuales son acusadas de subvertir el orden natural al cometer pecados contra natura. Al vincular la homosexualidad con el pecado, el desorden, la desviación y lo antinatural se está inculcando a la comunidad de fieles un profundo sentimiento de hostilidad, rechazo, aversión y miedo hacia personas lgtb. Mientras que disciplinas como la medicina o el derecho se han mostrado más comprensivas con gays y lesbianas, quitándoles la condición de enfermos o delincuentes, respectivamente, la Iglesia católica no parece a día de hoy querer liberarlos del infierno, más aún cuando Benedicto xvi insiste en que existe y es eterno.
Esta situación de exclusión y discriminación persistirá mientras que en la institución eclesial no se produzca una auténtica revolución en materia sexual tendente a promover la emancipación política, social y personal de mujeres, homosexuales, bisexuales y transexuales. La base de esta transformación pasa previamente por la construcción de un pensamiento postabismal capaz de enfrentar los autoritarismos, las imposiciones, la represión y los silenciamientos que diariamente se producen en el campo de la sexualidad, impulsando la posibilidad de crear relaciones más democráticas y solidarias entre la pluralidad de sexualidades humanas. Es lo que conceptualmente de Sousa Santos (2005) llama ecología de los reconocimientos, un conjunto de interacciones sociales que, ejercidas en al ámbito de la sexualidad, tratan de convertir las diferencias desiguales que establece la lógica de la clasificación social jerárquica en diferencias iguales a partir de reconocimientos recíprocos.
Aplicado a la superación de la homofobia eclesial, el pensamiento postabismal se traduce en la elaboración de una epistemología capaz de borrar las líneas abismales que marcan la diferencia entre sexualidades normales y sexualidades peligrosas, que reivindique la importancia del cuerpo excluido en el proceso epistémico, elimine las jerarquías ontológicas y epistémicas que separan cuerpo y alma, así como en la adopción de una ética sexual menos rígida y prohibitiva que apueste por la convivencia pacífica de personas sexualmente diversas.
En contraste con la vigilancia y el control sexual ejercidos por la moral católica vigente, el marco de referencia de esta epistemología y ética sexual postabismal se centra en los siguientes aspectos. En primer lugar, concebir el amor como una construcción social y cultural cuyo significado y vínculos con el matrimonio y el sexo han cambiado y pueden cambiar históricamente: durante la Edad Media, a título de ejemplo, muchos de los matrimonios bendecidos por la Iglesia no estaban basados en el amor romántico ni en la reproducción, sino en la conveniencia social y económica. En segundo lugar, la valoración positiva del cuerpo, de su cuidado y libre uso. En tercer lugar, la invitación a disfrutar sin complejos del amor y del sexo con la persona a quien se ama, celebrando la sexualidad en sus diversas formas y expresiones. En cuarto lugar, la desculpabilización del placer sexual a través del reconocimiento del sexo no sólo en su vertiente biológica y reproductora, sino también como importante vía de maduración, placer y conocimiento (inter)personal. En quinto y último lugar, la despatriarcalización de la Iglesia con medidas como el celibato opcional, la ordenación sacerdotal de mujeres y personas no heterosexuales y la elaboración de una teología emancipadora e inclusiva para con las mujeres y personas lgtb (Stuart, 2005), según la cual el pecado a combatir no es la existencia de personas con tendencias y actos homosexuales, sino la de personas que cometen actos discriminadores y homófobos y utilizan la religión para marginar y discriminar.
Se trata, en síntesis, de respetar los derechos sexuales y reproductivos de las personas, que forman parte irrenunciable de los derechos humanos. La realización radical de los derechos humanos y la democracia exige romper con las nociones patriarcales y heterosexistas del cuerpo, el amor, el sexo y la familia, cuestionar los patrones socioculturalmente construidos que definen qué significa ser hombre y ser mujer y promover la solidaridad entre los dos sexos y entre la diversidad antropológica de sexualidades.
El actual contexto ideológico de la Iglesia católica es inquietante y parece estar lejos de alcanzar estas conquistas. Sin embargo, mientras el derecho a la libre disposición del cuerpo siga formando parte de los derechos fundamentales de los seres humanos, la lucha a favor de la libertad sexual y los derechos sexuales podrá seguir adelante.
Antoni Jesús Aguiló

martes, 23 de diciembre de 2014

LA LOCA DEL BARRIO


Donde nací no pasaba nada. Era una ciudad pequeña de un país pequeño con asuntos pequeños. Mi barrio era un barrio más, con edificios demasiado altos como para jugar en la calle. Un edificio alto en esa época tenia diez pisos. Desde entonces las cosas han cambiado algo y algunos personajes de entonces han desaparecido. Yo ya no vivo allí  pero mis recuerdos mantienen vivas a dos personas que rompían esa cosa insulsa que era mi barrio.
Habia un niño que se llamaba Carlos, tendría unos trece años y síndrome de Down. Lo veía todos los dias volver de la escuela con su túnica blanca, impecable, y la escarapela al revés. Tenia la cara redonda como luna llena y ojeras de quien no ha dormido en siglos. Cuando veía una niña se sonreía, sacaba su enorme lengua para afuera como un perro sediento y se tocaba la verga. Incluso sin terminar de comprender qué ocurría, éramos presas de una fuerte incomodidad que ocultábamos con una risita nerviosa. Pero Carlos creció, o nosotras crecimos, y alguno de nosotros le perdió el rastro al otro quedando en el recuerdo como una imagen que rompía el paisaje cotidiano y nada más.

Hubo otra persona que marcó mi infancia, cambió tal vez mi forma de ver el mundo, haciendo del final de mi niñez un lugar menos tranquilo. Era “la loca del barrio” así la llamábamos. La veíamos a cualquier hora, yendo y viniendo quién sabe de dónde (nadie sabia dónde vivía) con una bolsa cosida de hilos de nylon llena a su vez de bolsas vacías y algún que otro pan viejo. Siempre con los mismos zapatos rojos de plataforma, viejos, tan altos como los edificios de mi barrio, parecidos a los que guardaba mi madre en un cajón del armario de sus épocas de juventud. Caminaba torcida hacia la izquierda, como si estuviese a punto de caerse a cada instante. Los mismos zapatos en invierno y en verano y medias can can con agujeros.


En mi inocencia me preguntaba si no tendría frió, inconsciente entonces que hay fríos que no dependen de la cantidad  de ropa que una lleve puesta. Su atuendo era una mezcla entre gitana y prostituta, de colores vivos, siempre de falda. Llevaba el pelo revuelto, como si la hubiese agarrado un tornado, y los labios embadurnados con un rouge carmesí más ardiente que el fuego mismo. Su cercanía cuando me la cruzaba, me producían miedo y curiosidad; algo en ella me llamaba la atención, me atraía sobre manera, llevándome a cuestionar qué cosas hacen que una mujer pase a estar más allá de todo lo que y0 conocía como normal. Fue tal vez ésa la primera vez que me pregunté qué es normal, ¿Quién lo define? ¿Quién lo nombra? ¿Era yo tal vez loca sin saberlo? ¿Sabia ella que lo era? Parecía vivir en un mundo al que sólo ella tenia acceso. ¿Cómo no la atropellaban al cruzar la calle si nunca miraba por dónde iba?

Un día volvía a casa y la vi. Venia en dirección contraria a la mía. Me llené de coraje, la miré a los ojos, me sonreí y la saludé con un tímido “hola”. Me miró sin comprender pero se acercó, como si necesitara comprobar mi existencia. Sonrió y alzó una mano, creo que quiso acariciarme una mejilla. Y no pude…un repentino temor se apoderó de mi y me aparté unos pasos hacia atrás; tenia un fuerte olor mezcla de perfume y orina. Me sentí cobarde, senti pena por mi y por ella. Entonces se dio la vuelta y retomó sus pasos. Quise ir tras ella, disculparme, pero mis pies no respondieron. Quise gritar su nombre pero no sabia su nombre. Desde donde estaba parada con mis pies pegados al asfalto, confundida ante mi torpeza, pude escuchar que murmuraba, casi cantaba, una vieja y conocida canción de cuna.


Maia Losch Blank
maiablank@gmail.com

Fotografías: Jocelen Janon

lunes, 22 de diciembre de 2014

EL PENSAR DEL CUERPO


LA IMAGEN DEL CUERPO Y EL ESQUEMA CORPORAL
El tema del cuerpo en psicoanálisis está estrechamente ligado a la temática de la histeria. Es en la histeria y en los síntomas histéricos que Freud va a plantear la estrecha relación entre lo psíquico y lo somático. El cuerpo para Freud era lugar de alojamiento de la energía psíquica. Lo que sucedía en el cuerpo de las mujeres histéricas fue nombrado por Freud como conversión; por un lado se instituye como una energía psíquica de paso; o sea, una inervación somática.
Un segundo posicionamiento es la relación del cuerpo y la transferencia, la cual remonta a la relación de los tratamientos de las histéricas, la cura que se daba en los primeros esbozos de la clínica de la histeria, el cuerpo y los síntomas motores eran el estatuto y espacio de inscripción de la historia de las pacientes. Es a partir de la histeria que se desprenden temas ligados al cuerpo, y que a continuación abordaremos algunos de ellos. 

El mediador entre las tres instancias psíquicas (yo, ello y super yo) es la imagen del cuerpo, y como menciona Dolto; ésta es inconsciente, es la memoria delas vivencias relacionales, es propia de cada individuo y siempre se va a encontrar ligada a las experiencias y a la historia de cada persona, es pues gracias a esta imagen del cuerpo que se puede entrar en comunicación con el otro; y el esquema corporal representa a la especie, es en parte inconsciente pero también es preconsciente y consciente, ya que es una realidad de hecho, es nuestro vivir carnal al contacto del mundo físico, y se va a estructurar mediante el aprendizaje y la experiencia, es el portador de la imagen del cuerpo, es decir, la carga; el esquema corporal es lo que se muestra físicamente y a simple vista a los demás. 
Un aspecto que contribuye con la estructuración de la imagen del cuerpo es el “nombre”, ya que al nacer, éste ya se encuentra ligado al cuerpo y a la presencia de los demás, en este caso de la madre. De tal modo, que como menciona Dolto: 
La imagen del cuerpo es la huella estructural de la historia emocional de un ser humano. Ella es el lugar inconsciente (y presente) en el cual se elabora toda expresión del sujeto; lugar de emisión y de recepción de las emociones interhumanas fundadas en el lenguaje.

Por otro lado, también se pueden encontrar diferentes acepciones acerca de la imagen del cuerpo tales como que: es un constructo complejo que incluye tanto la percepción que tenemos de todo el cuerpo y de cada una de sus partes, como del movimiento y límites de éste, la experiencia subjetiva de actitudes, pensamientos, sentimientos y valoraciones que hacemos y sentimos y el modo de comportarnos derivado de las cogniciones y los sentimientos que experimentamos.

DESARROLLO DE LA IMAGEN CORPORAL

Dentro del complejo desarrollo infantil, se considera importante analizar la formación de la imagen corporal, ya que, el integrar una realista imagen del sí mismo le permitirá al individuo integrar la imagen objetiva del objeto. La práctica de hacer que el niño vea su propia imagen ante el espejo, le ayudará a sentirse como un ser integral y completo, es decir, en un principio el niño que no ha reflejado su imagen en un espejo, se recibe a sí mismo como desfragmentado, ya que, las sensaciones que éste tiene le son aisladas, el hambre en el estomago, la mamila en su boca, etc. El ver su imagen en el espejo, le permite identificar su cuerpo como completo y propio, corroborando de este modo que su cuerpo es un grupo de funciones unidas, ello le ayuda a asociar los movimientos que le son reflejados, con las sensaciones inmediatas del cuerpo.

La imagen corporal es una estructura que se desarrolla durante toda la vida, pero su formación básica se realiza en los primeros meses de vida, porque revisaré este periodo para apuntar las prácticas que se ponen en juego en la díada madre-hijo que a mi juicio permite esta construcción cultural, base de los sujetos. Es así como la imagen corporal juega un papel importante en el desarrollo del infante, ya que ésta conlleva a la independencia y el desarrollo de motricidad del niño, así como a la comprensión objetiva de la realidad, y si por algún motivo ésta se ve alterada ello va a contribuir a patologías relacionadas al propio cuerpo.

D’ Alvia, menciona que existen tres nivelesrepresentacionales interrelacionados que van a permitir que se constituya la imagen corporal:
-El primer nivel está relacionado con el esquema corporal, que se  encuentra ligado a las representaciones que provienen del mundo de las percepciones externas y que van a estar en constante comunicación con los órganos sensoriales. 
-El segundo nivel está relacionado a las representaciones de las sensaciones y percepciones internas, en donde se encuentra lo referido al sostén, equilibrio, hambre, saciedad, tensión, distensión, frío, calor y dolor y cuando se relacionan con la palabra se le puede dar el nombre de una emoción, por ejemplo alegría, tristeza, etc. 
-El tercer nivel está relacionado con las zonas erógenas, que son las que dan asiento al deseo y que va a dar inicio con la discriminación de la tensión pulsional que se percibe como placer.

De tal forma, a partir de este sistema representacional, se puede estructurar  y delimitar la imagen corporal, y se podría decir que si una persona sufrió alteraciones primarias traumáticas y se generaron fallas representacionales, entonces sus afecciones somáticas podrían considerarse que estarían entrando en el plano de los trastornos psicosomáticosAsí mismo la imagen corporal en el desarrollo del niño se construye gracias la imagen de base,la imagen funcional, la imagen erógena y la imagen dinámica. La imagen de base: es la que permite al niño experimentarse en una mismidad del ser, esto es en una continuidad narcisista y espacio temporal que permanece desde su nacimiento, a pesar de las dificultades que tendrá que atravesar, también es fundamentalmente constitutiva del narcisismo primordial, situándose aquí los desórdenes, los desarreglos funcionales que se interpretan como caídas del narcisismo. Cuando esta imagen de base se afecta, surgen fantasmas que según Dolto, amenazan la vida misma, por lo que es importante mencionar que en cada estadio se va a encontrar una imagen de base, apareciendo primeramente la imagen de base respiratorio – olfativo – auditiva, posteriormente aparece la imagen de base oral que comprende la primera y aparte la zona bucal (faringo – laríngea), y la tercera es la imagen de base anal, añadiendo el funcionamiento de retención o de expulsión. 

La imagen funcional: es la imagen esténica (esto significa lleno de fuerza y vigor) de un sujeto que tiende al cumplimiento de su deseo, gracias a esta imagen las pulsiones de vida pueden empezar a manifestarse para obtener el placer y a objetivarse en la relación con el mundo y con el otro. 

La imagen erógena: es la imagen que está en relación con la imagen funcional, y se encuentra en el lugar en donde se focalizan al mismo tiempo placer o displacer erótico en la relación con el otro.

La imagen dinámica: ésta es un anexo a las tres primeras que se hace 
tiempo después; en esta imagen se actualizan las pulsiones de vida y 
corresponde al deseo de ser que siempre está abierto a lo desconocido. 



LA RELACION MENTE-CUERPO 

“Lo somático y lo psíquico no son dos existentes distintos, sino manifestaciones de una misma medalla que posee dos caras. Medalla que será categorizada de una u otra manera según cuál sea la cara que la conciencia ilumina”. Se puede mencionar entonces que el cuerpo vivo es el psiquismo inconsciente presentándose ante la percepción con la forma de cuerpo. Es a partir de esto que cuando el paciente habla de un órgano en particular, es porque ese órgano le está hablando en un lenguaje de órgano. Es por esto “que los síntomas y signos, pretendidamente somáticos, en realidad son afectos genuinamente psíquicos, deformados “patosomáticamente” por medio de una clave de inervación que determina la cualidad de su descarga”. Así mismo, existe un cuerpo físico, biológico y erógeno:


Cuerpo físico: se considera como físico a lo que ocupa un lugar en el espacio y que los seres humanos habitualmente denominan “cuerpo”. Cuerpo  biológico: es lo que le va a dar al ser humano la cualidad psíquica o el calificativo de animado, es decir, es lo que le da al hombre la facultad simbólica que se traduce en su capacidad de significar.


Cuerpo erógeno: es lo que suele hacer referencia al cuerpo del deseo, un cuerpo que genera Eros y que es la causa de que el cuerpo pueda poner en juego su sexualidad.
Ireri Yunuen Vázquez García
María del Carmen Manzo Chávez
Martin Jacobo Jacobo
Benigna Tenorio Cansino

Cuerpo Académico: UMSNH-CA-191 Estudios sobre la Infancia
y la adolescencia. Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Articulo completo: http://www.revistauaricha.org/Articulos/Uaricha_15_056-065.pdf
Fotografias: https://www.behance.net/

ME CONFUNDO



BREVE DEFINICIÓN DE LOS TRASTORNOS
DISOCIATIVOS

La disociación consta de la fragmentación psicológica y el distanciamiento experiencial. Con fragmentación nos referimos a errores en el sentido de la identidad personal que en casos normales tendría que ser aprehensible al individuo e integrarse en su “yo”. Existen ocasiones en que esta información no es accesible conscientemente pero afecta al comportamiento. Esto sucede, por ejemplo, cuando hemos tenido una experiencia muy desagradable con una persona pero no lo recordamos y sin embargo, sentimos un rechazo “inexplicable” a acercarnos a ella (amnesia disociativa). Por otro lado, con distanciamiento experiencial nos referimos a experimentar partes del “yo” como la sensación, la emoción o la conducta de una forma distanciada. 
En cuanto al origen de estos fenómenos, distinguimos aquellos que se originan en procesos neurológicos y aquellos que se originan ante acontecimientos que generan altos niveles de estrés.

Trastorno de despersonalización: 
En el proceso de despersonalización la persona no siente como suyos los movimientos, emociones, sensaciones, piensa que no es del todo real o que se encuentra fuera de su propio cuerpo, además suele conllevar sensaciones de irrealidad respecto al entorno (las cosas no parecen reales). Por último, normalmente, está presente un suceso que precipita todo esto (consumo de drogas, acontecimientos muy traumáticos como abusos en la infancia, etc.).

Amnesia disociativa
Se trata de la incapacidad para recordar información personal relevante. Afecta básicamente a la memoria episódica (recuerdos personales). La amnesia puede ser global, cuando se olvida gran parte de información personal; localizada, cuando se limita a un período concreto de tiempo y selectiva, cuando sólo se recuerdan ciertos detalles de una situación y no se recuerdan otros. Se da como respuesta a acontecimientos altamente estresantes y/o traumáticos. Por otro lado, la amnesia puede ser retrógrada a anterógrada. En el primero de los casos, no se recuerdan contenidos que estaban almacenados en la memoria previamente al episodio amnésico y en el segundo de los casos no se recuerdan acontecimientos sucedidos después de la amnesia (en este último caso la etiología amnésica suele ser neurológica y no se trata de un trastorno disociativo).

Se puede dar una recuperación de lo olvidado aunque esta recuperación puede ser de sucesos verdaderos o falsos. Además existen evidencias de que es posible implantar recuerdos falsos. Esto nos da una idea de la ductilidad de los procesos de la memoria.

Fuga disociativa
Es típico de este trastorno que la persona deje su lugar de trabajo, su ciudad o su casa y marche a otro lugar. Durante este período se da una confusión de la identidad, es decir, la persona no sabe realmente quién es. Hace unos años se creía que la persona adquiría una nueva personalidad pero ahora se sabe que lo más común es la confusión de la identidad. Se trata de una versión de la amnesia generalizada.

Trastorno disociativo de identidad o personalidad múltiple: 
Se define como la presencia de una o más identidades en una misma persona con maneras de pensar, actuar y sentir diferenciadas. Este trastorno incluye como condición la amnesia, de manera que una personalidad no recuerda lo que hizo la otra. En el origen de este problema se suelen encontrar acontecimientos traumáticos en la infancia y fallos en el establecimiento de apego seguro con los padres (los niños con estilos de apego seguro, son capaces de ver a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están angustiados).