domingo, 21 de diciembre de 2014

PSICOLOGIZACIÓN DEL YO


UNA PRIMERA SOCIOLOGÍA 
DEL MUNDO INTERIOR

El sociólogo húngaro, formado en Alemania, Karl Mannheim llegó a Inglaterra en 1933 huyendo de los nazis. Con el apoyo de Harold Laski fue bien acogido por la London School of Economics, y en 1938 impartió cuatro conferencias en el Manchester College de Cambridge agrupadas bajo el título de La sociedad planeada y el problema de la personalidad humana: Un análisis sociológico. Mannheim entiende 

[…] la planeación como una coordinación bien entendida, y por personalidad 
un tipo de singular idad o ser diferente, es decir, aquel tipo de organización de 
la mente, específico para cada individuo, por el cual, mediante su interacción 
mutua con el ambiente, desarrolla un tipo de organización interior que es 
único en si mismo.  
En la primera conferencia Mannheim cree que la era del liberalismo ha terminado de modo que nos hallamos ante una configuración social nueva, pues tanto las armas de guerra, como la riqueza económica, así como la opinión pública, los medios de comunicación, se concentran cada vez más en menos manos. El Estado totalitario hace uso de todas estas técnicas y aparatos para fomentar la conformidad rígida. Se rechaza la idea de individualidad y de personalidad en una sociedad de masas. Los sociólogos deben, a juicio de Mannheim, contribuir a un diagnóstico de nuestro tiempo y a proponer líneas alternativas. El pensador liberal, anclado en el yo era en muchas ocasiones ciego a la estructura social. Sin embargo el ambiente social y cultural incide en la formación del yo. La sociedad influye en la parte conciente de la mente mediante el método de la adaptación inteligente por parte del individuo, mediante el aprendizaje, mediante la educación deliberada, en f in, mediante el psicoanálisis. Mannheim cree que la educación social es aún mas poderosa que la educación formal.
En la tercera conferencia Mannheim se lamenta de los efectos que se derivan de la ausencia de una ciencia de la sociedad que permita por ejemplo analizar el efecto de la diferenciación profesional sobre la personalidad, Cita así la novela de Frances Donovan, The woman who waits, la camarera, en donde el autor muestra el marcado individualismo y su interés en la propina. Muestra también un estudio sobre la sala de recreo y la capacidad de iniciativa de los niños y niñas, Y señala: 

Mientras el peligro de la sociedad basada en la competencia está en su tendencia  a  disolver  el  vínculo,  el  peligro  de  la  sociedad  planeada  está  en  que amplía el mínimo necesario de conformidad a todas las cosas, y la gente pierde la facultad racional y crítica sin la cual no puede sobrevivir una sociedad industrial.

La tercera conferencia de Mannheim es importante pues contrapone la personalidad de estatus con la personalidad introspectiva. Un buen ejemplo de la primera se puede encontrar en un pasaje de la Inscripción mortuoria del rey asirio Asurbanipal que reza así: 

Yo soy el Rey. Yo soy el Señor. Yo soy el Sublime. Yo soy el Grande, el fuerte
el famoso. Yo soy el Príncipe, el Noble, el Señor de la Guerra. Yo soy un león…Yo soy el señalado por Dios. Soy el arma invencible que convierte en ruinas la tierra de los enemigos. Los capturé vivos y los clavé en estacas. Cubrí las montañas como lana con su sangre. A muchos les quité la piel vivos, y cubrí con ella las paredes de mi palacio. Hice una pila con cuerpos aun vivos, y otra con muertos. Y en medio colgué sus cabezas de unas vides. 
Preparé un retrato colosal de mi real persona y en él inscribí mi poderío y majestad. Mi faz irradia sobre las ruinas. En el ejercicio de mi furia hallé mi satisfacción.
El déspota absoluto atribuye sus proezas al poder consustancial a su real persona vertida totalmente hacia el exterior del mundo. En las antípodas se encuentra  el tipo introvertido que despliega los valores del yo interior contra las fuentes exteriores de prestigio. Pasa de la esfera social externa a la singularidad de su personalidad. Hay por tanto en este tipo de personalidad un proceso de interiorización de los valores. Mannheim señala que fueron los estoicos quienes por primera vez formularon el concepto de la historia de la vida interior. Fueron los fundadores de un nuevo tipo de autobiografía, de una autobiografía en la que el individuo llega a la etapa del conocimiento del yo no tanto por referencia a la trama de algunos acontecimientos exteriores, como por el recuerdo de experiencias contenidas en la historia de su vida interior. San Agustín en sus Confesiones culminó esta perspectiva de los estoicos. Y añade Mannheim: Los estoicos son un tipo temprano de intelligentsia altamente individualizada que después de la caída del Imperio quedaron sin la trama externa de referencia de la política. Así pues, cuando la trama de referencia del mundo social se fragiliza o se hace insegura, cuando la política se desvanece, y el individuo pierde apoyos, se produjo un proceso de interiorización que culminó en una nueva fuente de valores. Esta nueva fuente de valores fue el concepto de la vida interior y de la historia de la vida interior. Y añade algo que nos ayuda a comprender mejor la experiencia de Zweig, de Rolland, y de Hesse, en f in, de toda una generación sacudida por cambios sociales acelerados: 
Podemos imaginarnos que si durante los decenios que siguieron a la Guerra Mundial se hubiera producido el caos, con la caída de los estados nacionales y la disolución del Imperio, y con el colapso de las esperanzas en el comunismo y el fascismo, los pocos intelectuales que sobrevivieran en algún escondrijo volverían a pensar otra vez exclusivamente de acuerdo con dichos conceptos extremadamente individualistas. Y añade Mannheim: 

Al seguir las implicaciones del concepto sociológico del yo, he procurado 
mostrar cómo en las sociedades no planeadas el aislamiento, la división del 
trabajo, la competencia, la democratización etc., actúan no sólo sobre la conducta manifiesta, sino también sobre la iniciativa, los deseos, las preferencias y elecciones del hombre, y aún sobre el yo, tal como se refleja en el plano de las actitudes del sujeto hacia si mismo, en la autoestimación, y en el concepto de singularidad del yo. 

Mannheim abrió por tanto un nuevo territorio para el análisis sociológico íntimamente vinculado al problema de la libertad personal, cuando los países totalitarios, agrupados en el pacto germano-soviético, estaban desarrollando, frente al liberalismo, los contornos de las sociedades totalitarias planificadas.La cuarta conferencia de Mannheim en Cambridge se titulaba Límites del punto de vista sociológico sobre la personalidad, y aparición de la nueva idea democrática de la planeación. En ella el sociólogo húngaro muestra que hay épocas en las que la organización social favorece un tipo de personalidad extrovertida, como ocurrió cuando tuvo lugar la Revolución Francesa, y épocas en las que predomina la introversión, como por ejemplo en toda Europa tras las guerras napoleónicas. 
Como se puede comprobar a partir de las historias de vida de los grandes hombres el carácter y la personalidad varían de acuerdo con los cambios en la estructura social. El proceso mismo de nuestra civilización lo caracteriza Mannheim como el paso de una individualización externa a una individualización interiorizada. En esto coincidía plenamente con su colega y amigo Norbert Elías que por esa misma época estaba poniendo término a su original investigación genealógica sobre El proceso de la civilización, que sin duda Mannheim seguía de cerca. Los cambios mentales no son por tanto en absoluto comprensibles si no los contemplamos bajo el prisma de los cambios sociales.

En las sociedades muy jerarquizadas en torno a estatus se tiende a privilegiar la búsqueda de prestigio en el mundo exterior. Son sociedades en las que las posiciones sociales están muy marcadas. Pero cuando esas posiciones se desdibujan, como ocurre en las grandes ciudades, y en las sociedades democráticas,  la  desaparición  de  la  base  exterior  de  la  autovaloración  conduce a algunos individuos a tratar de reestablecer su equilibrio psicológico por algún otro medio. En Europa, escribe, esta transformación tiene lugar en una sucesión de ondas, desde la introversión característica de las antiguas sectas, y las corrientes místicas de las nuevas órdenes seculares de las ciudades, hasta el renacimiento romántico más secularizado de principios del siglo XIX. A diferencia del déspota, que despliega toda su actividad en el mundo exterior, el individuo introvertido puede ser en buena medida fruto de la disolución de una sociedad basada en la jerarquía o de la inmersión en el anonimato, es decir, puede ser fruto de sustituir la pérdida de la garantía exterior por el desarrollo compensatorio del mundo interior. Sin embargo no siempre estos individuos están separados del mundo, pues  cuando el individuo no puede soportar los tormentos del yo, fácilmente pueden tener lugar frenéticas incursiones en la realidad social. Así fue como personas alejadas del mundo, o viviendo en sectas, se hicieron reformadores sociales, y arengadores de masas.

A la forma de individualización introvertida añade Mannheim, siguiendo a Max Geiger, otra forma de individuación  que considera central para comprender  las  actuales  sociedades  capitalistas  de masas.  Se  refiere al fenómeno moderno del retraimiento, en especial, al retraimiento de la vida interior”. “Creo que Max Geiger dio la definición correcta de ese retraimiento cuando lo llamó amurallamiento de una esfera del yo interior para aislarla del mundo exterior, la sustracción al control público de un conjunto de valores”. El retraimiento puede ser total o parcial. Mannheim define el retraimiento 
como la exploración de una nueva provincia del alma. Mientras que las sociedades occidentales son aloplásticas, es decir, prefieren cambiar el mundo y no al sujeto, las sociedades orientales son autoplasticas, prefieren cambiar al sujeto y  no  al mundo.  En  Europa  prevaleció  la  actitud  aloplástica, mientras  que  en las sociedades orientales prevalecieron las actitudes autoplásticas. Se entiende por tanto que los individuos anclados en Occidente en el mundo interior hayan viajado a Oriente para reforzar la búsqueda de su yo profundo.


Mannheim era consciente de que las formas de organización social favorecen
determinados tipos de personalidad. El problema es si la planificación social 
es compatible con la libertad. La Unión Soviética muestra que la planificación 
en una sociedad comunista no deja mucho espacio para la exploración del yo 
interior, aunque no es fácil distinguir en la Unión Soviética que es lo nuevo y qué es lo viejo heredado del Antiguo Régimen, pero cuando la Alemania de Bismarck sentaba las bases de una estructura imperialista Nietzsche abrió la entrada a lo inconsciente y dio la primera expresión a la revalorización del siglo que llegaba. Mannheim consideraba que una sociedad necesita a la vez que coexistan los diversos tipos de personalidades que puedan surgir en un marco de libertad. A su juicio el individuo extrañado permite comprender a la sociedad sus propias potencialidades más profundas. Pero no se puede retornar a una sociedad liberal pues el concepto sociológico del yo es incompatible con el concepto liberal del yo. 

Sin embargo es preciso poner marcos y límites al concepto sociológico del yo, de modo que los planificadores no maten la espontaneidad, ni destruyan las oportunidades para escoger, decidir, y autodominarse. Mannheim defiende la compatibilidad entre planificación y libertad. Si el liberal tendía a ser ciego para el ambiente, los socialistas y los fascistas tienden a serlo para el sujeto. En este sentido reclama la colaboración de la sociología y la psicología.Si empleamos los conocimientos sociológicos y psicológicos para la mejor comprensión  de  las  sociedades  históricas,  esto  es  benef icioso;  pero  se  hace peligroso si tratamos de planear la sociedad sobre esas bases. Se necesita planificar para la libertad, es decir potenciar instituciones como los centros educativos, el parlamentarismo y la democracia participativa que transforman la oposición destructora en crítica creadora. 

El principal objeto de estas conferencias, es exponer la idea de que en el 
futuro próximo la libertad y la individualización no pueden conseguirse con 
laissez-faire, sino únicamente planeando con vistas a la libertad, esto es, 
cuidando de dejar campo para el desarrollo libre y la individualización en 
los diferentes planos del yo, y correlacionando los factores sociales que los 
favorecen.
Para que una sociedad sobreviva necesita una cierta dosis de conformidad social, pero frente a los Estados totalitarios, insensibles a la libertad, no es posible una sociedad viva, democrática, sin el desarrollo de la iniciativa personal, y sin la libre espontaneidad creadora de los individuos. Mannheim valoraba enormemente la democratización de la educación escolar en un régimen de libertad. Una sociedad creativa se compone de personalidades diversas. La educación formal en un sistema democrático debe combinar precisamente planificación y libertad. La democracia es incompatible con la uniformidad. Para poner de manifiesto los contrastes el sociólogo húngaro pone el ejemplo del mundo cristiano medieval en el que los gremios articulaban la sociedad, pero en el que a la vez los monjes, separados del mundo, gozaban de un espacio propio para el recogimiento interior, “[…] el desarrollo de los elementos emocionales primarios y las actitudes interiores hacia el yo”. 
En cierto modo el yo sociológico que propone Mannheim es una anticipación del yo plástico que precisa el Estado social keynesiano para su desar rollo. Es lógico que sus propuestas no contentasen a liberales como Hayek, ni a revolucionarios seguidores del marxismo, como su amigo y compatriota G. Lukacs. Sin embargo estos planteamientos, tendentes a superar la dicotomía entre individuo y sociedad, se aproximan a posiciones como las de Norbert Elias, Erich Fromm y Hanna Arendt. En todo caso el principal mérito de Mannheim es haber objetivado por vez primera la cuestión central para el siglo XX y XXI de la psicologización del yo interior, pese a que él mismo no se distanciaba demasiado de las redes entonces en auge de una nueva cultura psicoanalítica. 
Ilustraciones: People Too

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