lunes, 22 de diciembre de 2014

EL MIEDO QUE HABITO

¿PORQUE A VECES O CASI SIEMPRE, O SIEMPRE, NOS QUEREMOS TAN POCO?                                                          


Los miedos son nuestros miedos y éstos con mucha frecuencia se correlacionan inversamente con la autoestima y seguridad que cada uno tenga respecto a su propia existencia y convivir con él /ella en el entorno correspondiente. 
La ansiedad, el miedo, la vulnerabilidad se realimentan en círculo. La sensación de que algo negativo o displacentero puede ocurrir nos lleva al miedo y de ahí a la creencia de que no podremos hacer frente a la situación, de que nuestra vulnerabilidad ha aumentado, con lo que nuestras capacidades racionales para captar la verdadera dimensión de la situación quedan mermadas y nuestro yo aumenta su indefensión ante el entorno. 

Desde siempre, el ser humano ha reaccionado de unas determinadas maneras ante situaciones que a él le parecen amenazantes: con la huida o evitación, el enfrentamiento o confrontación, y con la paralización o catatonia. El nivel de autoestima de cada uno está basado en las distintas creencias que se tienen respecto a uno mismo, a los demás y al entorno donde lleva su vida.Describiéndolo en sus extremos nos podremos encontrar con: “Yo soy como soy y valgo” frente a “Soy un inútil” “Me relaciono bien con la gente” frente a “Las personas no quieren saber nada de mí. No les importo” “La vida está llena de oportunidades” frente a “Todo se vuelve contra mí”.

 Parece que existe una interrelación entre miedo y confianza. El recelo puede entenderse como el punto de conexión entre el miedo y la ausencia de confianza. Seguramente, a mayor confianza y respeto a uno mismo se conseguirá una mayor autoestima que llevará consigo una menor presencia de miedos.Una persona con alto nivel de autoestima está abierto a críticas, a recibir halagos, a no importarle reconocer sus errores, a actuar coherentemente (refrendar sus discursos con acciones alineadas), a nuevos proyectos e ideas, a perseguir retos desafiantes…Pero aún las personas que han conseguido un alto nivel de auto-confianza pasan por momentos difíciles, imprevisibles o incluso peligrosas ante los que el miedo aparece como defensa protectora ante duras realidades.

ANSIEDAD, MIEDO, FOBIAS Y OTRAS COSAS

 “El miedo es la incertidumbre en busca de seguridad” 
                                    
                                                  Krishnamurti

Ansiedad: Es la sensación desagradable que se experimen­ta ante la posibilidad de que ocurra algo temible y no deseado. Así las raíces de la ansiedad se nutren del miedo. 
Miedo: Es la evaluación de un riesgo o peligro. La ansiedad es la respuesta emocional a esta evaluación. Al respecto, dice r A. T_Beek que la ansiedad es un mecanismo arcaico de super­vivencia y que el núcleo doga ansiedad se asocia con la vulnerabilidad.
Vulnerabilidad: Es pensar que no se posee la capacidad suficiente para enfrentar un peligro o una amenaza. Entonces se pierde la objetividad del razonamiento y la confianza en uno mismo.
Fobia: Es un miedo exagerado ante una situación, hecho, circunstancia, persona u objeto, que impulsa a una conducta generalmente evitativa.
Pánico: Es un miedo irracional cuya característica es el descontrol, producto de experimentar sensaciones físicas desa­gradables y pensamientos atemorizantes.
Depresión:La depresión frecuentemente acompaña a los trastornos de ansiedad. Los senti­mientos de tristeza, apatía o desesperanza, los cambios en el apetito o en el sueño así como la dificultad de concentrarse frecuentemente caracterizan a la depresión.

UN MIEDO TÍPICO, EL PERDER LO QUE SE TIENE

 
El temor a lo imprevisible, a lo desconocido, puede significar, y ahí el miedo, una pérdida de lo que se tiene, de lo acumulado, de lo que hacemos ver a los otros que tenemos empezando por la propia imagen. Miedo a perder la posesión y la posición. De ahí la actitud conservadora que consciente o inconscientemente se adopta. Así se habla cada vez más de creatividad y de innovación pero son en la mayoría de los casos discursos huecos. Es el típico hablar de cambiar para no tener que cambiar. Y de hecho las mayores resistencias al cambio radican en personas que manifiestan deseos de cambio, pero al mismo tiempo no toleran el fin (la muerte) de aquello que fueron acumulando en su experiencia. El miedo necesita del ayer e incluso del mañana. Lo nuevo en donde no hay miedo pertenece al instante. 

Desde la experiencia contrastada una y otra vez se sabe como actuar con tal de sobrevivir (“más vale malo conocido que bueno por conocer”); el peligro – y ahí está el temor- está en responder a las situaciones que no se conocen; el hacer frente a nuevos desafíos para los cuales no se sabe muy bien si se está preparado. Y además, desde la filosofía del tener, tan actual, se da la paradoja de que cuando se tiene placer por conseguir algo justo entonces comienza el miedo por perderlo con lo que aparecen más y más las posiciones defensivas, egoístas, y al mismo tiempo deseos de huída.

De esta forma, el profesional que va “acumulando” experiencias exitosas se vuelve más y más conservador y cuando se le habla de cambiar suele decir que “es necesario… que cambien los demás”. Y por otra parte, los comportamientos que le han llevado a dichos éxitos, se anclan más en su forma de actuar al salir reforzados por los resultados obtenidos. Así como “la confianza implica traer el futuro al presente” en base al crédito que se le entrega a aquél en el que se confía, “el miedo suele traer el pasado al presente” ya que en gran medida nuestros miedos de hoy se basan en nuestras vivencias de ayer.
 
¿Y como salir de nuestros miedos? 
 
1) Desde el comprender en cada momento. Tomando conciencia de cómo hablo, qué digo, qué pienso, que hago en cada instante en que me relaciono con algo o alguien, o con mis fantasías.Dándome oportunidades de familiarizarme más con la situación temida.
2) Por la observación de otros que se manejan equilibradamente ante la misma situación
3) Desde el hacer sostenido en una nueva habilidad que solventa la situación.
 
Como dice Juan Magliano, “lograr este nivel de conciencia y atención requiere descargar la mente mientras se observa cada una de las grietas del miedo”.

MIEDOS RELACIONADOS CON NECESIDADES       
                        

 Al igual que sucede con nuestras necesidades además de grados dentro de cada uno como decíamos antes, existen niveles. En el caso de los miedos me gusta colocar la pirámide invertida ya que los miedos más profundos están ligados al cuestionamiento de nuestro propio ser, cual es el sentido de nuestra existencia y lo que va a trascender de mí. Los miedos más serios aparecen cuando una persona desarrollada se encuentra ante dilemas en los que está en juego su propia identidad como ser humano, presentándosele la opción ventajosa pero que sin embargo choca con sus valores…el miedo se puede convertir en vértigo. La falta a la verdad puede desencadenar miedos a ser “descubierto” en un yo no reconocido por uno mismo. 
 
Solo desde la verdad se puede sentir uno libre y en las organizaciones esa verdad tiene que ir acompañada de la justicia que podemos considerar como una materialización de la verdad en relación a conceptos de distribución. En ocasiones las luchas por el poder dificultan el que se actúe desde la verdad y la justicia porque además el poder para sustentarse necesita del miedo de la victima. Además, la búsqueda, el deseo, tiene como impulsor básico al miedo; miedo a no lograr, miedo a fracasar, miedo a confundir el rumbo, a la falta de sentido en la búsqueda, miedo a no responder a las expectativas del otro por cierto, muchas veces no explicitadas… 

PENSAMIENTOS DISTORSIONADOS

La ansiedad, la tensión, la disminución de nuestra capacidad de racionamiento y de visualizar apropiadamente la realidad nos lleva a pensamientos que distorsionan la misma y que muchas veces se transmiten a otros produciendo problemas serios de comunicación; con lo cual, ¡ojo a ellos! 

 
Pensamiento catastrófico: es un modo extremadamente negativo de ver la realidad. 
Pensamiento perfeccionista: lo que no es perfecto es inaceptable, la exigencia llega a un nivel que hay que hacer todo y además bien. 
Pensamiento extremista: “para mí o es blanco o es negro”. La polarización del pensamiento no nos deja disfrutar de las múltiples variantes. 
Pensamiento debería: “debería haber hecho…” un aumento de la responsabilidad, un resentimiento hacia usted misma. Ejemplo: “es bueno ser puntual” se convierte en “ debería ser puntual”. 
Pensamiento de maximización: la evaluación de un suceso sea exagerada, agigantando sus partes negativas. 
Pensamiento de sobregeneralización: extendiendo el resultado de un acontecimiento a todos los acontecimientos que sucedan posteriormente. Nunca, siempre, todo. 
Lectura de pensamiento: “reino de las suposiciones” acerca de los pensamientos de aquellos con los que va a dialogar. Es una especie de aceleración donde no se puede esperar a escuchar al otro. 
Futurología. Creemos que sabemos a ciencia cierta lo que va a suceder. 

Pensamiento victimizante: sólo puede verse en el lugar del perdedor, el sometido, el criticado, el no tenido en cuenta, el prescindible. 
Pensamiento personalizador: la persona considera que lo que sucede, las conversaciones de otros, los problemas que se generan en su derredor están siempre involucrándola. Ejemplo: Si eligió ir a una exposición que no gustó a sus amigos, entonces dice o piensa: “la culpa es mía, yo la elegí” 
Pensamiento emocional: deduce que sus emociones negativas son un dato que le indica que lo que siente es necesariamente verdadero. Ejemplo: “me siento culpable me indica que soy culpable”. 
Ponerse etiquetas: implica categorizar y definir en forma negativa, inflexible y a menudo mal fundamentada. Ejemplo: “soy un tonto”, en lugar de “hice una tontería”. 
Adivinación: Confusión de una posibilidad con una probabilidad. 
Aceptación incondicional de fuentes dudosamente válidas: es la aceptación de una opinión de alguien cuestionado por su ignorancia, falta de experiencia, prejuicios… 
¿ES LA QUEJA UNA SALIDA A ALGÚN MIEDO?
 Hay organizaciones en donde existe como un “ruido de fondo” en forma de quejido que lo inunda todo. A veces me hace pensar en una laguna a la que se lanzan piedras que van creando ondas concéntricas que se entremezclan y colisionan provocando sintonías que destruyen cualquier tipo de armonía que podía existir antes. Es el quejido sin causa ni objetivo. Es la propagación de energías asincrónicas, podríamos decir como notas desafinadas y activadas a destiempo. A veces parecen venir como de más allá, o mejor, de más y más abajo en el proceso de madurez y desarrollo de las personas. 
En ocasiones esas quejas se las quiere disfrazar de autocrítica pero en la práctica son cosas muy diferentes; comenzando por el dónde se coloca el objeto y causas de la crítica. En la queja, “los culpables” siempre son otros, son ellos, es la organización… 
La queja no busca desencadenar ningún tipo de plan o acción para resolver el objeto de la misma. La autocrítica sin embargo, puede ser el punto de arranque de algún tipo de cambio que mitigue o solucione la situación criticada… y, por supuesto, de la que somos corresponsables. Como dice Alex Pattakos “nuestras quejas trivializan nuestra experiencia en el trabajo y en nuestra vida personal”. 
 La organización sumida en quejas, no fluye ni puede vibrar armónicamente ya que los “quejicas” (así suena más suave) es como si se apartasen de el fluir organizacional, como si desconectasen y se parapetasen en la queja para no sentirse comprometidos y poder aparecer y subsistir como víctimas. Víctimas que no pueden soportar la “dureza” del día a día organizacional y por supuesto, “no pueden hacer nada” desde su impotencia. Muchas veces son los miedos internos que no se quieren sacar ni trabajar los que llevan a jugar estos papeles de víctimas, que están buscando en ocasiones su “perseguidor” que redondearía el círculo. 
LOS MIEDOS Y EL CONOCIMIENTO

Nos da miedo lo que no conocemos; ese desconocimiento nos lleva a la incertidumbre y con esa incertidumbre nos sentimos insatisfechos. De la misma manera los fenómenos que no se pueden controlar se perciben como acontecimientos potencialmente peligrosos. Mientras sepamos por qué, cómo y cuándo van a pasar las cosas, nuestros planes podrán ajustarse sin grandes dificultades al entorno cambiante. 
 
¿Qué hacer ante un entorno, una realidad cada vez más imprevisible y desconocida (cada vez aparecen más formas de realidad de las que no teníamos una referencia)? Se puede actuar intentando conocer los nuevos fenómenos, en qué consisten, por qué se producen, de dónde parten…, o bien, adoptando una actitud de ceguera, medrosa, cerrada reprimiendo, no dando naturaleza de realidad (no aceptando su existencia) a dichos nuevos fenómenos.
Los miedos nos llevan a no querer ver lo que no nos gusta, lo que no sabemos, como gestionar lo que no coincide con lo que yo creo o espero. E intentamos en consecuencia, en muchos casos, el destruirlo. En el día a día de las organizaciones es una de las claves para el mantenimiento de “lo de siempre” aunque en los discursos aparezca la necesidad de cambiar, de innovar, de hacer las cosas de diferente forma. 
 
José María Gasalla 
Presidente de Desarrollo Organizacional
 
Articulo completo:
 
Ilustraciones: henrique martins   

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